Pensé en ti Margarita

Decir eufemismos malhumorada
Con la boca pintada: guardo un secreto
sin pintalabios: soy sincera. Es un clishé

De azul, vino -vino de lejos a visitarte- tan rápido que llegó
De talagante -no vino tan elegante- no se demoró

  1. Mientras esperaba…

    Pensaba en lo cierto y lo cierto de la certeza… pensó para si misma que esta se cae repetidamente la certeza cae, sin ninguna duda.
    Se imaginó una cadena montañosa muy nevada, cumbre y cima en su imagen se derrumban en una feroz avalancha que suena estruendosa y eleva esporas de agua congelada . Pensó «ojalá que no me lleve consigo. Poder absoluto no por favor…no quiero polvo de nieve en mis pulmones».
    Era entonces una visita en ese lugar y sintió tener prisa, quería volver y sin saber a donde volver. Las visitas van y vienen de los lugares, pero son visitas.
    Su camino seguía, camino sin pasado. Tremenda catástrofe el no saber.

    Entonces, claro, quería avanzar rápido para poder saber en que terminaba ese camino y a que lugar llegaba, que incógnita le era el retorno.
    Se comenzó a impacientar y mirar el reloj puesto en la mesa. Hacía tic y tac. Avanzaba el tiempo y la visita -ella- seguía esperando, tanta prisa que se había dado para llegar hasta ahí-pensaba.
    No era lo que había tanto imaginado, nadie llegaba a recibirla. Algún tipo de alojo mas que el edilicio, imaginó y pensó «lejos de lo idílico es esta situación…»
    Abandonada quizás se sintió. Evocó cierta sensación de dejada de lado. Pero había algo de esa certeza que no aún no caía y que le permitía seguir en pie a la espera minuto tras minuto.
    Comenzó a pensar demasiado. No, no había dejado de pensar como para decir que hubo un comienzo. El comienzo y el origen del pensamiento son míticos para cada quien.
    La avalancha de nieve se parecía un poco a la avalancha de pensamientos. Llegó a sus pies, los sintió muy frios, apestosamente frios y dió unas vueltas por la sala de espera.
    La aventura mágica que representaba para ella el trayecto recorrido era una incerteza inclusive la nieve a sus pies no daban cuenta de nada mas que su pobre imaginación.
    Solo era frío mental.
    Su realidad era la espera. El reloj de su muñeca y el reloj de su muñeca. Le hacen signo ambas horas. No significa nada mas de lo que muestra, la hora es la hora. ¿para quien es esa hora?
    Nadie llegaba. Pensó en quien podría llegar realmente? Sin sentido se hizo esa pregunta porque básicamente el camino había sido solitario, recordaba gente difusa. Gente por ahí, gente por allá. quien era esa gente realmente en sus recuerdos.

    Los labios azules de frío y sin secretos.

2.
Las suaves plumas de ave fueron el mitigo perfecto para conciliar la espera. Ahí quedó durmiendo hasta que el reloj sonó. Fue el timbre.

3.
Entró alguien, preguntando por alguien.
Ella le dijo que también estaba esperando a alguien pero que se había quedado dormida y no sabía cuando iba a venir…alguien. En alguien se quedó pensando. ¿Alguien quien?tampoco se esperaba un alien o ente vaporosa como masa voladora. Pero alguien. Si ya no estaba sola, había también alguien esperando, que no se sabe de donde vino pero ahí se quedó. Mirando el reloj.

4.
La impaciencia llegó, quiso irse. Ella se fue.
Comenzó el camino de retorno. Sin secretos, sin labios. Sin nada por descubrir, sabiendo certeramente de la nada puede llevar lo desconocido esta vez, no hay descubrimiento ni conquista.

Solo pensaba ella fue un pensamiento

«Al menos me quedan ojos para mirar- Pensó eufemisticamente.

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